Para los
antiguos griegos, el cielo, la Tierra, los planetas y muchos otros astros eran
dioses que vivían en el Universo, amando y luchando entre sí, como si fueran
hombres enormemente poderosos. Los griegos también inventaron la historia que
vamos a contar a continuación..
En un principio, mucho antes de que existieran los hombres y
mujeres, sólo existían el Cielo, representado por el dios Urano, y Gea,
la Tierra. Estos dos dioses se unieron para dar a luz al Tiempo, llamado por
los antiguos romanos Saturno.
Saturno heredó y gobernó desde entonces el Universo entero. Pero
un día, cuando Saturno se casó con la diosa Cibeles, un adivino profetizó a
Saturno que uno de sus hijos le arrebataría el trono del Universo.
Eso no gustó a Saturno, quien jamás olvidó la profecía. Por eso,
cada vez que Cibeles tenía un hijo varón, Saturno lo mandaba lejos del Universo
para que cuando creciese no le quitase su reino.
Pero un día Cibeles, que lamentaba tener que renunciar a sus hijos
varones, decidió ocultar a uno de ellos. La diosa lo escondió en una cueva de
la isla de Creta, para que Saturno no lo encontrara.
Ese niño creció con el nombre de Júpiter. ¡Era el hijo de Saturno
del que había hablado el adivino en la profecía! Y en efecto, al hacerse mayor,
obligó a su padre a que permitiera regresar a todos los hijos que había mandado
lejos.
Júpiter se alió con sus hermanos para combatir a Saturno. Lucharon
durante diez años hasta que por fin, tal y como había dicho el adivino, venció
Júpiter.
Entonces Júpiter se convirtió en el único rey del Universo y de
los dioses. Era el dios del cielo, el que enviaba la lluvia, la nieve, los
rayos y los trunos de la Tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario